jueves, 14 de diciembre de 2006

Tarde o temprano todos los tiranos caen

Los tiranos acechan detrás de la puerta, agazapados, frívolos, distantes, mediocres, débiles de pensamientos, con sus garras listas para atrapar a la presa. Los tiranos piensan que todo lo pueden y tienen sed de enriquecimiento a costa del sufrimiento de los demás.
Atrás de sus sonrisas esconden la mentira de la hipocresía y las injusticias e irregularidades que vendrán después para llegar a su objetivo.
Ansiosos de más poder sobre poder escalan sin prever consecuencias. No les interesan los móviles de acción y arrasan con todo y con todos para llegar al peldaño más alto.
Los tiranos coartan libertades, capangas de ideas y censores de contraopiniones. Arman su equipo de súbditos y los adiestran para que los guantes blancos se encarguen se cometer las impunidades harto conocidas.
Aborrecen el pensamiento intelectual y crítico. Detestan las confrontaciones y son enemigos de los debates públicos. Quieren dominar con su discurso único y hegemónico, trazado para la ocasión y disfrazado de mentiras.
Respiran aires impunes y venden figuritas de colores que aparentan ser una cosa, pero que en la realidad son tan letales como la muerte misma.
Juegan un juego sucio y se esconden atrás de las máscaras del macabro poderío.
Con dinero compran pasajes a la tranquilidad y la señora Justicia aprovecha el billete que le pasan debajo de la puerta para ponerse la venda en los ojos.
Los tiranos manipulan, especulan, compran, venden, torturan ideales y pensamientos que se atreven a mirar más allá de lo que indica la punta de sus narices.
El tiempo pasa y la rosa sigue marchitando. El discurso está vacío y la sed de igualdad no aparece. Los tiranos siguen reinando y los séquitos respondiendo a sus órdenes. La ignorancia los satisface y los ayuda a continuar cortando cabezas.
Los tiranos, viejos conocidos, disfrazados de señores, hacen uso y abuso de un poder que consiguieron gracias a ese pueblo poco pensante, que sigue durmiendo la siesta eterna.
La Argentina todavía no vomitó el asco de sus gobernantes y no lo hará, porque los tiranos no dejarán de engañarla, de saquearla, de manipularla, de idiotizarla...
Vuelven los tiranos gloriosos y victoriosos a ocupar ese lugar del que ya no se irán. Vuelven como fantasmas a destrozar lo poco que queda y a llevarse lo que les faltó en la contienda anterior. El naufragio será inevitable y ellos no se mojarán y nos mirarán sonrientes desde otro lugar en el mundo...
Adaptacion de nota de Evangelina Schmit
Diario Castellanos