Difícil la tentación de sentarse a escribir y no hablar de Newells. Cuando pensamos en esos colores que orgullosamente defendemos que imagen se nos viene a la mente, seguramente sea la imagen de algún triunfo heroico, alguna hazaña inigualable, esos momentos compartidos con nuestra gente. La seguridad que nos da la pertenencia a un grupo de gente que vive soñando un futuro mejor, dando todo por sus ideales, deseando un lugar donde juntarnos. Porque somos así, somos felices viviendo para Newells, haciendo cosas para nuestro club, no esperando a ver que nos da a nosotros, sino viendo que podemos hacer para tener un club en serio. La mayor virtud de quienes pretenden dominarnos, es generar la apatía, la desidia, el desinterés. Es por ello que nuestras mejores armas serán entonces, nuestra voluntad, nuestra fuerza, nuestro coraje. En tiempos donde nadie se compromete, un puñado de audaces se atreve a desafiar la lógica, la que indica que nada es mas importante que el propio interés, el propio beneficio, los que se atreven a luchar contra los molinos de viento tienen la ventaja inclaudicable de perseguir un fin supremo, innegociable, que es la esencia misma de la vida, el camino que nos propusimos recorrer para alcanzar la felicidad. A mis compañeros de lucha les agradezco por no permitir que el sueño acuñado en una infancia que supo disfrutar de gloriosos días de fiesta rojinegra, no sea tan solo un vago recuerdo con certificado de defunción, sino una carta abierta a la esperanza, la del resurgimiento de esta era de escepticismo y resentimientos. Valga mi homenaje a estos héroes que jamás olvidare, porque cuando se escriba en un futuro lejano, la historia de Newells, habrá un párrafo muy importante dedicado a la gente que en los abismos de la institución junto coraje y valor, y armado únicamente de pasión y fervor salio a las calles a defender lo que mas ama, una pasión representada por una camiseta con los colores del corazón, el rojo y el negro, de mi Newells querido.
